lunes, 10 de febrero de 2014

La historia del Kabuto

Mi contacto con el origami se inició de muy pequeña. 

Mi madre enseñaba en escuelas de no videntes y había tomado cursos de este arte para optimizar sus clases. Cuando mi hermano y yo jugábamos no siempre nuestros juegos terminaban de buen modo y es allí donde mi madre intervenía sentándonos en la mesa del comedor a plegar figuras.
Con esto lograba apaciguar nuestros ánimos y entretenernos una buena cantidad de horas.

Juro que nunca me enseñó a hacer una grulla y casi lo cuento con algo de pudor. Nunca hice con ella molinetes ni la ranita que salta. 

Por cuestiones que exceden a la lógica, mi madre halló más saludable iniciarnos en el arte de plegar Kabutos. Ignoro las razones, pero le agradezco de corazón. Aun hoy el "Bonete Samurai" en todas sus variaciones es una de mis figuras predilectas.

Desde el humilde Kabuto que hacemos con papel de diario para jugar



Hasta el más selecto y refinado modelo que es mi favorito


Hoy que mi madre ya no está, tengo a mis sobrinos para enseñarles a plegar estos maravillosos modelos.


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